Convento del Carmelo
Tiene su origen en un grupo de religiosas que se congregan en torno a una ermitaña tordesillana llamada Isabel García, conocida por el apodo de "la Emparedada", a quienes se les dona un solar junto a la iglesia de San Juan para la construcción del convento, durante el reinado de Juan II.
Este convento perteneció a la Orden de San Juan Bautista de Jerusalén, pero la congregación de sanjuanistas fue disminuyendo, hasta el año 1945, en el que el edificio toma nueva vida gracias a la llegada de hermanas carmelitas, transformándose en el convento del Carmelo de Cristo Rey.
En el año 2010 las hermanas carmelitas cerrarán este convento, para agruparse con las Carmelitas descalzas de Medina del Campo. Unos años después, la iglesia del convento fue rehabilitada como auditorio municipal.
Podemos disfrutar de algunas de sus esculturas en el Museo de Arte Sacro de San Antolín.