08 Palacio Real de Tordesillas
Esta maqueta reproduce una de las edificaciones más importantes de Tordesillas, el desaparecido Palacio Real, que fue construido en torno al año 1400 por el rey Enrique III. La construcción de esta réplica fue posible gracias a un proyecto de la Oficina de Turismo de Tordesillas, subvencionado por la Junta de CyL, que incluía un estudio histórico y arquitectónico para en una segunda fase, poder realizar la maqueta que contemplamos. Hasta su construcción, la única forma de conocer el aspecto del palacio, era a través de una reproducción de un grabado flamenco, ubicado en el Museo del Tratado, que representa una vista urbana de Tordesillas del año 1570.
El primer palacio real de Tordesillas fue edificado en torno a 1340 por Alfonso XI, pero fue transformado en monasterio de clarisas por deseo de Pedro I. Enrique III, entonces mandará construir un nuevo palacio en las inmediaciones del anterior.
El Palacio Real será habitado por diferentes reyes, Juan II lo convertirá en uno de los centros políticos de Castilla, con numerosas estancias documentadas y dónde verá nacer a su hijo, el infante Alfonso. Los Reyes Católicos también lo ocuparon en diferentes ocasiones. Por ejemplo, durante la Guerra de Sucesión al trono de Castilla que fue usado como CUARTEL GENERAL o en 1494 para seguir de cerca las negociaciones del Tratado de Tordesillas. Pero sin duda, su principal moradora fue la reina Juana I de Castilla, que residió en él durante 46 años hasta su muerte. Su hijo Carlos I de España y V de Alemania estuvo en numerosas ocasiones, Felipe II y otros miembros de la familia real se alojaron también el Palacio, hasta que poco a poco fue cayendo en desuso y quedó en estado de abandono.
Se trataba de un edificio de planta rectangular con dos pisos de altura, y una torre de vigilancia de planta cuadrada en el centro de la fachada sur. Contaba con un corredor exterior que discurría por esta misma fachada y más de la mitad de la fachada oeste, del que partía un pasadizo elevado sobre la calle y que lo comunicaba con la iglesia de San Antolín. Al palacio se accedía por tres puertas. La principal, estaba situada al sur, mirando al río, otra al oeste, en la calle San Antolín, y la tercera al norte, frente al palacio de los Alderete.
Las estancias eran amplias, con paredes altas para tapices y con artesonados, y se disponía alrededor de 3 patios. La fachada principal, donde los monarcas tenían sus habitaciones gozaba de una magnífica vista del río Duero.
Al este del edifico se encontraba la huerta que se extendía hasta alcanzar el recinto del Monasterio de Santa Clara.
El palacio estaba construido con mampostería de piedra, ladrillo y tapial, pero debido a la mala calidad de estos materiales, el edificio presentaba poca resistencia a la degradación ambiental y al paso del tiempo. De hecho, tras el fallecimiento de la Reina Juana y la posterior pérdida de su función palaciega, el deterioro se hizo patente en poco tiempo.
Aunque la corona invirtió en su consolidación y restauración importantes cantidades de dinero, todo fue en vano y a mediados del siglo XVIII el estado de ruina del palacio era irreversible. En 1773, el rey Carlos III lo regaló a la Villa para que se construyera en su lugar una plaza pública. Sin embargo, el espacio se ocupó por nuevos inmuebles y se creó una calle, la calle Nueva, que cortaba de norte a sur la parcela que ocupó el palacio. Las demás lindes se respetaron, aunque ahora las definen edificios modernos que nada tienen que ver con la primitiva estructura.